miércoles, 1 de octubre de 2008

King Kong

King Kong
La vieja proa del Wanderer, cubierta de algas y corales, hendía con precisión aquellas aguas tibias y calmadas, creando una continua franja de espuma que se deslizaba por los costados herrumbosos y se fundía en un solo remolino tras la popa. Para el Wanderer todas las aguas eran iguales; todas estaban hechas para ser navegadas; sólo se necesitaba la suficiente energía para crear aquellos surcos de agua. En el Wanderer, la fuerza fluía de las máquinas con la precisión de las mareas. Ahora latían con el mismo ritmo y constancia que cuando habían surcado el Atlántico a catorce nudos. El Atlántico había quedado muy lejos, hacia popa; y también se habían rebasado las lentas maniobras del canal de Panamá; también se había terminado el largo recorrido hasta Hawai; habían llegado al Japón para abastecerse de carbón y también surcaron las costas de Filipinas, Borneo e incluso Sumatra. Durante todo el tiempo la velocidad se había mantenido constante a catorce nudos. El Wanderer navegaba por el oceáno Índico. El primer piloto, con su camisa de seda y pantalones ligeros se sentía bastante bien; aunque se encontraba inquieto porque tenía una gran curiosidad por descubrir el misterio que se escondía en aquel viaje.

King Kong
Delos W. Lovelace

No hay comentarios: