Creo que un viejo marinero que haya viajado por todo el mundo, puede saber en qué mar se encuentra por la manera de moverse el barco. La experiencia en ese mar donde hice mis primeras armas, me indicó que estábamos en el Caribe. Miré el reloj. Eran las doce y treinta minutos de la noche. Las doce y treinta y uno de la madrugada del 27 de febrero. Aunque el buque no se hubiera movido tanto, yo hubiera sabido que estábamos en el Caribe. Pero se movía. Yo, que nunca he sentido mareos, empecé a sentirme intranquilo. Sentí un extraño presentimiento. Y sin saber por qué, me acordé entonces del cabo Miguel Ortega, que estaba abajo, en su litera, echando el estómago por la boca.
Relato de un náufrago
Gabriel García Márquez
1 comentario:
Garcia Márquez y el velero, muy buena combinación.
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