miércoles, 8 de abril de 2009

CÓMO LEO

Andrés Castellanos. Leyendo en la playa.
En los últimos años del siglo decimonono me vino a las manos un librejo de Legouvé titulado, creo, L'art de la lecture. Me quedó sólo esta impresión: que era inútil haberlo leído.

A veces me ha sucedido que al releer ciertos libros he tenido la impresión de no haberlos leído nunca antes de ese momento. Me ha ocurrido, en las releídas, descubrir bellezas y pensamientos que no había visto y también, desgraciadamente, encontrar errores, lagunas, manchas, resquebrajaduras, en las que nunca me había fijado.
Y surge la duda de si tales cambios de juicio son pruebas de un progreso nuestro en la sabiduría y en el gusto o indicios de una perversión y de una decadencia que la soberbia nos oculta. ¿Me parecía hermoso el libro en mis años mozos precisamente porque satisfacía lo que hay de santo en la juventud o por efecto de la inmadurez y de la ignorancia? ¿Y me parece mediocre hoy porque la edad me ha hecho perder lo mejor de mi mismo o porque verdaderamente he aprendido a distinguir al latón del oro, al relámpago fugaz de la perennidad del Sol?

Exposición personal
Giovanni Papini

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