La imagen literaria de Eros en la Antología Palatina, Libro VLa imagen literaria de Eros en la Antología Palatina, Libro V
III.2 RETRATO DE LA MUJER -OBJETO ERÓTICO- EN V, A.P.
La mujer tiene cabellos seductores. Gustan si son rubios, si son morenos, si tienen canas; pueden ir sueltos, en cascadas de rizos o recogidos, enmarcados por guirnaldas de flores, bajo un pañuelo o velo. Los ojos son de oro. Destila fuego la mirada. Tiene ojos de novilla. En el acto de amor su mirada languidece o relampaguea. Las cejas enmarcan la mirada, son pobladas, negras, hermosas. Gusta la sonrisa dulce, sensual. Las mejillas tienen la propiedad del cristal, son blancas. Blanco es también el cuello, luminoso y erguido. Suaves son los brazos cuando ciñen, de nieve y rosa. Los tobillos llevan ajorcas de oro, son bellos, orgullosos. Blancos o de plata son los pies. Las formas de la mujer son esbeltas, deliciosas, hay esplendor, parecen divinas. La piel es mórbida, tiene tersura, seducción, destila ambrosía y néctar. El aliento es dulce. Su charla es amena, sus labios parlanchines... Ella contonea provocadoramente las caderas. Las piernas son apretadas, las rodillas de ambrosía, los muslos blancos y suaves. La boca y los labios son placenteros, semejan a la purpúrea rosa, dulces y sabrosos como la miel y el néctar, frescos como el rocío. Motivo erótico constante son los pechos: blancos como la leche, las manzanas, la nieve; risueños, semejantes a las rosas; saben a miel; erguidos y de esplendoroso fulgor excitan y encantan77. Las formas del cuerpo femenino se transparentan, desnudas y excitantes, entre las aguas, mientras el hombre contempla la escena del baño La melena cae sobre los hombros; pechos, nalgas, sexo se dejan entrever, palpitan y ondulan a través del movimiento del agua. Recreando eróticamente el juicio de Paris, el poeta se imagina juez en una competición de sexos.
Nalgas, muslos, piernas, sexos -cristal, rosas, néctar, hoyuelos, oleaje incitante- surgen en medio de una completa desnudez. Describiendo la unión sexual, el poeta se fija también en las nalgas, piernas, sexo de ella. Ella lleva vestidos que transparentan, túnicas que ciñen, velos que tocan los pechos, joyas que rodean y, tal vez, son innecesarias. Un grupo de poemas recrean -convirtiéndolos a los fines eróticos- el género de los epigramas votivos: el amante o el propio poeta ofrecen a los dioses -Cipris, Príapo-, en calidad de exvoto, objetos que estuvieron presentes en la noche amor: sostén, sandalias, guirnaldas...
(Espéculo. Revista de estudios literarios.
Universidad Complutense de Madrid)
(http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/im_eros.html)
Paloma Andrés Ferrer
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