Maruja Mallo. El racimo de uvas.
...Y no sólo retsinas apacibles,
aunque también a veces bulliciosas.
Paladeo el gozar de un "Malvicino"
musculoso y cretense.
Me descanso en las plácidas "Demésticas",
las blancas y serenas y buenas comensales,
y las tintas, joviales y habladoras
de una noche en Esparta...
Alabo el "Mavrodaphne", "Dafne Negra"...,
ampuloso de generosidad.
¿Y aquellos vinos pétreos
que Santa Irene cría en Santorini?
"Vino Santo", "Santino", profundas malvasías,
todos ellos con riesgo de volcán.
¿Y los de Samos, dulces, y los secos,
tan dialogantes, sabios, sentenciosos?
¿Y los de Cos, cargados de razón?
Y el vino aquel de un día ensimismado
en el que Grecia casi no era Grecia,
sino mi soledad.
Tenía la piel clara y amistosa,
un meditado punto de amargor
y una tristeza buena poco a poco.
Nunca he podido recordar su nombre,
El del único vino para beber a solas.
Mapa de Grecia (1979)
Enrique Badosa
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