Norah Lange. Cuadernos de infancia.
Cierta vez se me ocurrió hacer una lista de mis manías para contemplarlas fríamente y tratar de librarme de alguna. Aunque reconocí que las más tenaces se arraigaban en mis primeros años, me propuse combatir las más recientes. Ese estudio prematuro no me aportó ningún descanso, sin embargo, y durante mucho tiempo seguí envidiando a mis hermanas, quienes al acostarse, no perdían ni un minuto, mientras que yo me pasaba las horas enteras en idas y venidas que no me aportaban ninguna utilidad ni alivio.
Cuando ejecutaba alguna cosa con orden, no era por prolijidad, sino debido al impulso obsesivo de procurarle un bienestar a cualquier objeto y, si fuese posible, que se hallase en contacto con otro similar. Los lápices de colores, las palabras recortadas, los juguetes, no conocieron ninguna soledad, pues siempre se encontraban situados uno al lado del otro, como si hablasen en secreto.
Recuerdo que la institutriz nos habituó a que ordenásemos nuestra ropa. Yo colocaba los camisones, unos encima de otros, procurando que no se rozaran con las bombachas, y nunca pude dejar una enagua sola, alejada de las otras, porque me parecía que se quedaba triste.
Antes de acostarnos debíamos poner los juguetes en su sitio. A mí no me bastaba agrupar las muñecas, procurarles la ternura suficiente del contacto de sus brazos. Cuidaba, además, sus posturas. A veces era necesario que me levantase de noche, para ir, a escondidas, al cuarto de los juguetes y cerciorarme de que ninguna mantenía un brazo en alto, la cabeza agachada o dada vuelta hacia atrás. No hubiera podido dormir pensando en que se pasaría toda la noche con una pierna encogida, sentada de costado, en una posición incómoda. Esta costumbre me siguió mucho tiempo.
Cuadernos de infancia (1937)
Norah Lange
2 comentarios:
Genial, amigos, me reconozco en estas manías de la infancia.
El que esté libre de manías que tire la primera piedra, se podría decir parafraseando una famosa frase. Es cierto que la mayoría de las manías que todos (en general) tenemos, afortunadamente nos permiten vivir y psicoanalizarnos como la protagonista de la novela de Norah Lange.
Un fuerte abrazo, amiga Beatriz.
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