jueves, 31 de diciembre de 2009

San Juan de la +


Universidad de Salamanca

Diciembre 31 del 2009

Jack London

Jack London. Fotografía de Arnold Genthe.
El éxito universal de este famoso novelista norteamericano consiste en el impresionante realismo de su estilo. Sus relatos no son producto de la imaginación creadora, sino que Jack London los vivió en el curso de una juventud colmada de increíbles y exóticas aventuras.
Ocioso será recordar que la novela de aventuras es, muy singularmente, aquella en la que predomina el interés por la acción, la que refiere hazañas emocionantes y situaciones de peligro, además de situar esa acción en ambientes extraños alcanzados a través de azarosos viajes hacia tierras remotas.

Es un género novelesco en el que podrían establecerse dos grandes divisiones. En una de éstas inscribiríamos aquellos autores cuyas obras constituyen, en general, un producto exclusivo de la imaginación. El autor casi no ha viajado más que alrededor de su gabinete de trabajo. Sus impresiones exóticas proceden por lo común de lo que contaron otros viajeros o de sus informaciones geográficas. Sus aventuras personales no han rebasado las de cualquier ciudadano pacífico dentro de la monótona existencia cotidiana que lleva en su ciudad o en el lugarejo donde afinque.

Así, por ejemplo, el Amadís de Gaula, verdadero modelo en el género de las descomunales aventuras caballerescas, lo escribió, en medio de las monótonas llanuras castellanas de Medina del Campo, un pacífico funcionario de los reyes Católicos que no había conocido otros avatares que los de la caza de la perdiz.

Escritores de la potencia creadora -y verdaderamente genial- de un Julio Verne, también son típicos ejemplos de una obra imaginativa basada en datos científicos y geográficos que el autor podía proporcionarse, como base de sus fantasías, sin otros periplos viajeros ni otros riesgos emocionates que acercarse a una biblioteca o a un jardín botánico.

Su juventud fue, en efecto, de un dinamismo singular. Nacido en San Francisco de California en 1876, Jack London inició sus estudios en la Universidad de su ciudad natal, pero aún no tenía dieciséis años cuando, a impulsos de un temperamento audaz, inquieto y vehemente, se enroló como grumete en un velero que se dirigía al Japón, y luego fue cazador de focas en el mar de Bering, buscador de oro en Klondyke, marino mercante por todas las islas del Pacífico, pescador de perlas, espía en el Japón y en Siberia... Una existencia llena de emoción y colorido, de luchador, en constante peligro ante las fuerzas primitivas de la naturaleza. De ese caudal de emociones, intensamente vividas, salió luego su obra, potente, original, amena y en la que, por añadidura, su autor resplandece como uno de los maestros de la narración.

Jack London, el narrador que contó sus propias aventuras
Emilio Gascó Contell

--Está muerto.


Fuente de la imagen: Wikipedia
Amor Se Escribe Sin Hache
(Novela casi cosmopolita)
Respecto a los grandes problemas del "más allá", tengo ahora ideas que no se parecen en nada a las que tuve en un principio. En la adolescencia y comienzo de la juventud, fui un gran espiritualista: hasta escribí un libro (malísimo): "El plano astral", y hoy el espiritualismo me arranca bostezos de hora y cuarto. Entonces, la contemplación de un cadáver me hundía en profundas meditaciones, y me hacía preguntas, y me imaginaba repuestas, e incluso creía ver, en el vidrio entelado de aquellas pupilas, reflejos misteriosos de Regiones Inaccesibles. Hoy contemplo un cadáver y no se me ocurre decir más que:

    --Está muerto.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Anctítona o habitador de la Luna


"Astronauta maya". Fuente de la imagen: Y si tuviera...
Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la Luna, y dirigidas al Bachiller Don Ambrosio de Echeverría, entonador que ha sido de kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha Ciudad, y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de Mama de la Península de Yucatán, para el año del Señor de 1775.
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Señor Bachiller: tiempo ha que se recibió en este globo de la Luna una carta anónima con data de 5 del mes epiphi del año de Nabonasar 2510. El terrícola que la escribe se titula el Atisvador de los movimientos lunares; lo que hace ver en su carta nuncupatoria, presentándonos las sizigias y cuadraturas lunares, con las neomenías judaicas modernas, nabonasáreas, áticas, egipcias, arábigas, pérsicas, dispensadas por el año común del Señor 1763. Ciertamente el Atisvador en su carta, a vuelta de uno u otro sarcasmo, que mañosamente, y como al descuido, deja caer; tira algunos bellos rasgos de erudición nada vulgar. ¿Creeréis, vos Señor Bachiller, que no se supo acá qué postillón aéreo condujo esta nuncupatoria, ni por qué plaza entró en este hemisferio? Pues es cosa que aún en el día se ignora.
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(Las patillas de Asimov; Uno y Dos)
Fray Manuel Antonio de Rivas

martes, 29 de diciembre de 2009

El secreto del bosque viejo

Rene Lynch. La vida secreta de los bosques.

Marioni fue, pues, el único naturalista que ha escrito sobre los genios del "Bosque Viejo".
La noticia, por lo demás, no era nueva, porque en tiempos remotos ya se conocía y se repetía de boca en boca por toda la comarca. Es posible que quien primeramente conociera el hecho fuera algún leñador. Éste la transmitiría a los demás aldeanos.
Sin embargo, ahora tenían el hecho por una ridícula superstición.
Los sucesivos propietarios del "Bosque Viejo" y los aldeanos del valle notaron, sí, que aquellos árboles tenían algo raro. A esto se debe, quizás, el que nadie se atreviese a talar en el bosque. A pesar de ello, cuando alguien hablaba de los genios todo eran risas de burla.
Únicamente los niños, libres de prejuicios, creían que el bosque estaba poblado por genios. Pero su conocimiento del asunto era muy vago. Así, cuando se iban haciendo mayores no les costaba trabajo cambiar de parecer, infuidos por las fábulas inverosímiles que les contaban sus padres.
Debemos confesar que tampoco nosotros tenemos de los genios del "Bosque Viejo" informes muy precisos. Parece, como escribió el abate Marioni, que éstos algunas veces debían tener apariencia de personas y animales y salir de los árboles, cosa que sólo ocurría en circunstancias excepcionales.

Traducción de Antonio Espina

El secreto del bosque viejo
Dino Buzzati

lunes, 28 de diciembre de 2009

"Llegará usted a ser un ordenador"


UN VALOR IMAGINARIO
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MASSACHUSSETS
INSTITUTE OF TECHNOLOGY
PRESENTS
GOLEM XIV
Foreword By
Irving T. Creve, M. A., Ph. D.
And
Thomas B. Fuller II,
General Us Army, Ret.
MIT PRESS
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En tercer lugar, el comportamiento del GOLEM es imprevisible. Mientras que unas veces sostiene conversaciones corteses con los humanos, otras guarda un silencio obstinado ante todo intento de diálogo. Hay días en que le gusta bromear, pero su sentido del humor es básicamente diferente del humano. Su estado anímico depende en mucho de sus interlocutores. El GOLEM manifiesta a veces, muy pocas, cierto interés por los humanos que poseen un talento específico; le intrigan más las formas de talento "interdisciplinarias" que las capacidades matemáticas, por excepcionales que sean. En varias ocasiones predijo a científicos jóvenes sin renombre alguno (siempre con un acierto asombroso) qué éxitos iban a tener y en qué rama de la ciencia. (Un día, después de un corto intercambio de opiniones, dijo a T. Vroedel, que tenía en aquella época veintidós años y aún no se había doctorado: "Llegará usted a ser un ordenador"; el sentido de la frase equivaldría, más o menos, a nuestro: "Llegará usted a ser alguien".)
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Un valor imaginario
Stanislaw Lem

domingo, 27 de diciembre de 2009

Leyenda en torno al origen del libro Tao Te King

Lao Tse. Ilustración de Tomás Páv.

Leyenda en torno al origen del libro Tao-Te-King, escrito por lao Tse en el camino de la emigración.

1. A sus setenta años, ya achacoso, sintió el maestro grandes ansias de paz. En el país, la bondad enflaquecía, y cobraba nuevas fuerzas la maldad. Y decidió marchar.
2. Empaquetó sólo lo imprescindible, lo que sabía iba a necesitar: la pipa en que fumaba cada noche, el libro al que acudía sin cesar, y suficiente pan.
3. Gozó una última vez mirando al valle, mas lo olvidó tan pronto comenzó a ascender. Mientras al anciano llevaba a su lomo, iba rumiando yerba fresca el buey. Su marcha era suficiente para aquél.
4. Cuatro días anduvieron entre peñas, hasta que un aduanero los paró. -¿Alguna cosa de valor? -Ninguna- Y el muchacho que llevaba al buey habló. -Es un maestro -dijo-, y todo se aclaró.
5. Pero el hombre estaba alegre y dirigiéndose al muchacho preguntó: -¿Qué enseña?- -Que el agua blanda en movimiento acaba venciendo a la más dura piedra. ¿Sabes? Hace falta paciencia.

6. Por no desperdiciar la luz del día, aguijó el muchacho luego al animal, y ya detrás de un pino los tres se perdían cuando el aduanero comenzó a gritar: -¡Alto ahí, que os quiero hablar!
7. Dime otra vez eso del agua anciano-. Se detuvo el maestro: ¿Te interesa?- Respodió el hombre: -Soy aduanero, mas saber quién gana siempre me interesa. Si lo sabes, ¡cuenta!.
8. - Anótalo. Díctaselo al chico. No lo reserves sólo para ti. Comida tengo en casa, y papel y tinta: todo lo que hace falta para escribir. ¿Quieres venir?
9. Examinó el anciano al aduanero. Chaqueta zurcida, descalzos los pies. Una profunda arruga cruzaba su frente. No era la estampa de alguien acostumbrado a vencer. Y murmuró el maestro: -¿Tú también?-

10. Había vivido el anciano demasiado para rechazar tan cortés invitación. -Quien pregunta merece ser contestado-. -Y hace frío -el muchacho intercaló-. -Está bien, quedémonos-.
11. Desmontóse entonces el sabio de su buey, y escribió con el chico durante una semana. El aduanero se encargaba de darles de comer (y a los contrabandista maldecía en voz baja). Pero antes o después, todo se acaba.
12. Una mañana, al fin, ochenta y una sentencias entregó el muchacho al aduanero. Y tras agradecerle una pequeña prenda, otra vez en camino se pusieron. ¿Cabe ser más atento?
13. No celebremos, pues, tan sólo al sabio cuyo nombre en el libro resplandece. Al sabio hay que arrancarle su tesoro. El aduanero que supo retenerle gracias también merece.

Traducción de Joaquín Rábago

Historias de almanaque
Bertolt Brecht

Se buscan hombres para peligroso viaje. Salario reducido.


Fuente de la imagen: Wikipedia
"Men wanted for hazardous journey. Small wages. Bitter cold. Long months of complete darkness. Constant danger. Safe return doubtful. Honour and recognition in case of success."

"Se buscan hombres para peligroso viaje. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad.Peligro constante. Dudoso regreso sano y salvo. En caso de éxito, honor y reconocimiento."

Expedición Antártica Británica
(Discovery Expedition)
("MEN WANTED FOR HAZARDOUS JOURNEY")

Ernest Shackleton

sábado, 26 de diciembre de 2009

Versos robados


 En una estación del metro
Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el metro

y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos

y la perdieron para siempre entre la multitud

Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por las estaciones

y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles

Y quizás el amor no es más que eso:

una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación de metro

y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre.
En una estación de metro
Óscar Hahn

viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Ay! ¿Por qué ha de morir la bella primavera?

Étienne Dinet:Esclave d'amour et Lumière des yeux. Fuente:Wikipedia
Rubaiyat
(XCIV cuarteta)
¡Ay! ¿Por qué ha de morir la bella primavera?
¿Por qué ha de disiparse el juvenil aroma?
El ruiseñor que alegre cantaba entre las ramas,
¿de qué sitio ha venido, adónde ha de marcharse?
(Prólogo, traducción del árabe y notas de Jose Gibert)
(Puestos en verso castellano por Diego Navarro)

(El carácter de la escritura)
Omar Jayyam

Desembalando mi biblioteca

Walter Benjamin en la Biblioteca Nacional de París, 1937. Foto de Gisèle Freund.
Sí, desembalo mi biblioteca. Aún no está en las estanterías, aún no la envuelve el tedio tapizado del orden. Tampoco puedo, todavía, recorrer sus estanterías pasándoles revista ante un auditorio complaciente. No teman nada de eso. Sólo puedo rogarles que me acompañen al desorden de cajas recién desclavadas, la atmósfera en la que flota un polvillo de madera, el suelo cubierto de papeles rotos, entre pilas de volúmenes recién vueltos a la luz del día, tras dos años de tinieblas, para así compartir en parte no ya la melancolía sino la tensión que los libros despiertan en el alma de un verdadero coleccionista. Pues es un coleccionista quien les habla, y a fin de cuentas no habla más que de sí mismo.

Durante años, al menos durante el primer tercio de su existencia mi biblioteca se limitó a dos o tres estantes que aumentaban apenas unos pocos centímetros por año: su época espartana, pues ni un solo libro entraba en ella sin que yo lo hubiera leído y descifrado sus claves. Y probablemente nunca hubiera llegado a reunir algo que por su volumen mereciera la denominación de biblioteca si no hubiera sido porque la inflación, de repente, convirtió los libros en objetos valiosos, o como mínimo en objetos de difícil adquisición. Así ocurrían las cosa en Suiza, al menos. Y así hice, en el último momento, mis primeros grandes encargos de libros de cierta importancia, pudiendo conseguir productos tan insustituibles como la revista del Blaue Reiter o La leyenda de Tanaquil de Bachofen, que aún era posible procurarse del editor. Ahora, pensarán udes.. tras tantas vueltas y revueltas, deberíamos desembocar por fin en la vía real de la adquisición de libros: su compra. Ancho camino, ciertamente, pero no por ello menos tortuoso. Las compras de un coleccionista de libros no se parecen en nada a las que hace un estudiante para hacerse con uno de los manuales del curso, un mundano para regalar a su mujer, un viajante de comercio para matar el tiempo en su próximo desplazamiento, compras hechas en una librería. Mis más memorables compras, las he efectuado estando de viaje, de pasada. Bienes y propiedades se deben a la táctica. Los coleccionistas son hombres de instinto táctico: cuando están a la conquista de una ciudad, el más pequeño librero de viejo cobra para ellos dimensiones de fortaleza a asaltar, la mas remota papelería deviene posición clave. ¡Cuantas ciudades me revelaron sus secretos durante mis expediciones a la conquista de sus libros!.

Desembalando mi biblioteca
Walter Benjamin

jueves, 24 de diciembre de 2009

El cesto de frutas


Johannes Wessmark. Emmy.
Pero ya no era así, y hacía tiempo que había empezado a darse cuenta de que ya no era el que se iba, que el paso de los años, el cansancio de tantos viajes, de tanta precipitación, le había ido transformando en uno más de los que paseaban melancólicamente por las estaciones inmóviles, de los que veían pasar los trenes veloces y no hacían nada, durante los breves instantes de sus paradas, para encontrar una plaza en alguno de sus vagones.

Y más que nunca todos esos trenes le parecieron llenos de muchachas. Muchachas hermosas, jovencísimas (eso era ser joven: ir montado en un tren), que partían en todas las direcciones hacia destinos múltiples, imprevisibles, en muchos casos feroces, sin conciencia alguna de peligro, como bandadas de pájaros.

Su vida era ese albergue pobrísimo, y él se conformaba con tenerlas allí durante ese tiempo siempre demasiado breve que media entre dos trenes. En poner a su alcance, durante esa espera, su propio corazón para que ellas tomaran distraídamente de él lo que quisieran, como harían con un cesto de frutas.

El amigo de las mujeres
Gustavo Martín Garzo

lunes, 21 de diciembre de 2009

Botella al mar

Johannes Wessmark. Mensaje en una botella.
Epílogo a un cuento
Berkeley, California, 29 de septiembre de 1980

Querida Glenda, esta carta no le será enviada por las vías ordinarias porque nada entre nosotros puede ser enviado así, entrar en los ritos sociales de los sobres y el correo. Será más bien como si la pusiera en una botella y la dejara caer a las aguas de la bahía de San Francisco en cuyo borde se alza la casa desde donde le escribo; como si la atara al cuello de una de las gaviotas que pasan como latigazos de sombra frente a mi ventana y oscurecen por un instante el teclado de esta máquina. Pero una carta de todos modos dirigida a usted, a Glenda Jackson en alguna parte del mundo que probablemente seguirá siendo Londres; como muchas cartas, como muchos relatos, también hay mensajes que son botellas al mar y entran en esos lentos prodigiosos sea-changes que Shakespeare cinceló en La tempestad y que amigos inconsolables inscribirían tanto tiempo después en la lápida bajo la cual duerme el corazón de Percy Bysshe Shelley en el cementerio de Cayo Sextio, en Roma.
Es así, pienso, que se operan las comunicaciones profundas, lentas botellas errando en lentos mares, tal como lentamente se abrirá esta carta que la busca a usted...

Botella al mar
Julio Cortázar

domingo, 20 de diciembre de 2009

La mar salada

Michael Whelan. Nummulites a la orilla del mar.

Según un antiguo cuento popular noruego, el mar es salado porque en el fondo, en alguna parte, está funcionando un mágico molino de sal. El cuento es perfectamente cierto. Sólo los detalles necesitan un retoque.

Oceanografía
Ferren MacIntire

sábado, 19 de diciembre de 2009

Rubaiyat


¿La clave? Haz como si no existieras.

¿Qué finalidad tiene la vida?

Sin temores ni creencias

vive libre, vive feliz, hermano.
 Rubaiyat
Omar Jayyam

viernes, 18 de diciembre de 2009

De las cosas maravillosas

Manuel Castro. Arrival. La llegada del barco.
Entre las cosas maravillosas que se manifiestan en la posesión algunas duran toda la vida, otras un instante. Durables: la lectura; el estudio; la investigación científica; la composición literaria; la composición y la ejecución musicales; la pintura; la escultura; la práctica de juegos como el ajedrez y los deportes. Fugaces: luego de una larga ausencia, en el primer despertar en el campo, la luz del día en las hendijas de la ventana; en medio de la noche, despertar cuando el tren para en una estación y oir desde la cama del compartimiento la voz de gente que habla en el andén; al cabo de días de navegación tormentosa, despertar una mañana en el barco inmóvil, acercarse al ojo de buey y ver el puerto de una ciudad desconocida; el olor del pan que tuestan a la hora del té; el olor del pasto recién cortado. Si recuerdo que la muerte significará no volver a pasar por ninguno de esos momentos, moriré con desconsuelo.

De las cosas maravillosas
Adolfo Bioy Casares

jueves, 17 de diciembre de 2009

De noche

Sergio Ceccotti. Soir, quai d'Orléans. Noche, muelle de Orleáns, París.(Wikipedia)

¡Sumergirse en la noche! Así como a veces se hunde la cabeza en el pecho para reflexionar, hundirse así por completo en la noche. En derredor duermen los hombres. Un pequeño espectáculo, un autoengaño inocente, es el de dormir en casas, en camas sólidas, bajo techo seguro, estirados o encogidos, sobre colchones, entre sábanas, bajo mantas; en realidad se han encontrado reunidos como antaño una vez y como después en una comarca desierta: un campamento a la intemperie, una inabarcable cantidad de gentes, un ejército, un pueblo, bajo un cielo frío, sobre una tierra fría, arrojados al suelo allí donde antes se estuvo de pie, con la frente apretada contra el brazo, y la cara contra el suelo, respirando tranquilamente. Y tú velas, eres uno de los vigías, hallas al prójimo agitando el leño encendido que tomaste del montón de astillas, junto a ti. ¿Por qué velas? Alguien tiene que velar, se ha dicho. Alguien tiene que estar ahí.

Traducción de Alejandro Ruiz Guiñazú

La muralla china
Franz Kafka

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Lord Dunsany

Simon Marsden. Torres Reculver, Kent, Inglaterra.

La clave de la obra de Dunsany es la belleza, más que el terror. Le encanta el verde vívido, las cúpulas de jade y cobre, el rubor delicado del crepúsculo en los minaretes de marfil de imposibles ciudades soñadas. El humor y la ironía están presentes a menudo, también, para conferir un suave cinismo y modificar lo que de otro modo tendría una ingenua intensidad. No obstante, como es inevitable en un maestro de la irrealidad triunfante, incluye alguna pincelada ocasional de pavor cósmico que encaja perfectamente con la auténtica tradición. A Dunsany le encanta hacer astuta y diestra alusión a seres monstruosos y a destinos increíbles, igual que en los cuentos de hadas. En The Book of Wonder nos habla de Hlo-Hlo, el gigantesco ídolo araña que no siempre se encuentra en su sitio; o de lo que la Esfinge temía en el bosque; de Slith, el ladrón que salta el borde del mundo cuando ve encenderse cierta luz y sabe quién la ha encendido; de los antropófagos gibelinos que habitan en una torre maligna y guardan un tesoro; de los gnoles que viven en la selva, a los que no conviene robar; de la Ciudad de Nunca Jamás, de los ojos que vigilan en los Pozos Infernales y de las entidades emparentadas con las tinieblas. En Cuentos de un soñador habla del misterio que llevó a todos los hombres de Rethmoora al desierto, de la inmensa puerta de Perdondaris, tallada de una sola pieza de marfil, y del viaje del pobre y viejo Bill, cuyo capitán maldijo a la tripulación, y visitó unas islas de aspecto repugnante, recién surgidas del mar, en las que había unas cabañas de baja techumbre de paja y ventanas oscuras y malignas.

Traducción de Francisco Torres Oliver

El horror en la literatura
Howard Phillips Lovecraft

martes, 15 de diciembre de 2009

El amante

Ottomar Antón. Extremo Oriente.

En el curso de un viaje, durante la travesía de ese océano, avanzada la noche, alguien moría. Ella ya no sabe exactamente si fue en el curso de ese viaje o de otro viaje cuando sucedió. Había gente jugando a cartas en el bar de Primera, entre esos jugadores había un hombre joven y, en un momento dado, ese hombre joven, sin una palabra, dejó sus cartas, salió del bar, atravesó corriendo el puente y se arrojó al mar. El tiempo de detener el barco que iba a toda velocidad y el cuerpo ya se había perdido.
No, al escribirlo, no ve el barco sino otro lugar, donde ha oído contar la historia. Fue en Sadec. El hijo del administrador de Sadec. Lo conocía. También iba al instituto de Saigón. Lo recuerda, muy alto, el rostro muy dulce, moreno, las gafas de concha. En el camarote no encontraron nada, ninguna carta. La edad permaneció en la memoria, terrorífica, la misma, diecisiete años. Al alba, el barco reemprendió la marcha. Lo más terrible fue eso. La salida del sol, el mar vacío, y la decisión de abandonar la búsqueda. La separación.

Traducción de Ana Mª Moix

El amante
Marguerite Duras

lunes, 14 de diciembre de 2009

Parábola de los buscadores de diamantes

Olga van Buul. El escritor.
El dios convocó a los buscadores. A cada uno de ellos le asignó un diamante diminuto, un mínimo diamante del tamaño de un grano de arena. Antes, el dios había esparcido esos diamantes en parajes infinitos.
Un buscador tenía que encontrar el suyo en los limos del fondo de un riachuelo; otro, en la extensión de una larga playa. Un tercero supo que su diamante estaba oculto en los vastos arenales de un desierto. Para todos ellos la labor era la misma: algo que nunca podrían alcanzar, algo absolutamente imposible.
Pero el buscador del riachuelo se dio cuenta de que tenía cierta ventaja sobre los demás y durante años revolvió, aunque sin éxito, los barros donde se escondía su diamante. El buscador de la playa, más desanimado por la extensión que debía registrar, se contentó con vagar entre las dunas, y sólo a veces movía distraídamente con el pie la arena, en espera de ese golpe de fortuna que nunca se produjo.
El buscador del desierto, en fin, se sintió abrumado. Estaba igualmente condenado a la derrota, pero de forma más desoladora que los otros. Reflexionó durante tres días, buscó la sombra de una palmera y se sentó a escribir la parábola de los buscadores de diamantes.

Noticia de tierras improbables
Pedro Ugarte

domingo, 13 de diciembre de 2009

Otto de Aquisgrán

Otto IV, (1176-1218). Pintura de Johann Christian Ludwig Tunica
Cuentan que el emperador Otto de Aquisgrán era tan sumamente perfeccionista que, acometiéndole una vez un agudo ataque de melancolía profundísima, y decidiendo en medio de tristes delirios acabar con su vida, tuvo tan extremado cuidado en dejar bien acabados y atados los asuntos de la corte, que antes de pasar a mejor vida, pasó años y años, despachando con sus consejeros, firmando tratados y recibiendo en mil audiencias. Hasta el punto de que al fin todo en orden, el pobre emperador Otto, ya muy anciano y enfermo desde su lecho de muerte, no recordaba realmente el extraño motivo que le había tenido toda su vida sumido en aquel delirante y frenético ritmo de trabajo, no conocido jamás en ninguna corte imperial.

Un león en la cocina
Julia Otxoa

sábado, 12 de diciembre de 2009

El viajero y su crónica


Eugéne Alexis Girardet. Caravana de sal atravesando el desierto.
A pesar de la diversidad de autores y estilos de las crónicas de viaje, hay rasgos psicológicos que estampan al viajero y ayudan a determinar su percepción del universo. Es casi común su individualismo aun cuando formen parte de un grupo. Todos los cronistas que acometen su empresa perciben su avance en la región como un escape a la libertad, un encuentro solidario con una plétora de experiencias. Muchos de ellos tienen deseos de romper con los confines limitados de su mundo. Tienen una idea personal de su propia libertad, patente por ejemplo en Badía Leblich, en Murga, en Ciro Bayo. El viajero no solo está de camino a algún lugar, sino también, en gran parte, huyendo de algún otro.
Otro importante rasgo es la originalidad. El viajero va más allá de las fronteras. Hace descubrimientos y agranda los horizontes, descubre las cosas a medida que las va encontrando. No es por ello sorprendente el encontrar a menudo ratificaciones de originalidad en esta literatura. Espada intenta corregir a Humboldt, Rajal y Larré constata que es el primero que pone el pie en la cumbre del Mandarangang. Benitez acepta emocionado la idea del recorrido que le propone Lenz, porque es inédito en el europeo el atravesar el Sahara en esa dirección.

El ajedrez de estrellas
Lily Litvak

Polvo serán, mas polvo enamorado



    Cerrar podrá mis ojos la postrera...

    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    sombra, que me llevare el blanco día;
    i podrá desatar esta alma mía
    hora, a su afán ansioso lisongera:
    mas no de essotra parte en la rivera
    dejará la memoria, en donde ardía;
    nadar sabe mi llama la agua fría,
    i perder el respeto a lei severa.
    Alma, a quien todo un dios prissión ha sido,
    venas, que humor a tanto fuego han dado,
    medulas, que han gloriosamente ardido;
    su cuerpo dejarán, no su cuidado;
    serán ceniza, mas tendrá sentido;
    polvo serán, mas polvo enamorado.

Sonetos
Francisco de Quevedo

viernes, 11 de diciembre de 2009

El paciente inglés

Frederick Arthur Bridgman. Tormenta de arena.

Otros son vientos locales, vientos que pasan a ras del suelo como una inundación, descascarillan la pintura, derriban postes de teléfono y transportan piedras y cabezas de estatuas. El harmattan recorre el Sáhara con polvo rojo, polvo como fuego, como harina, que entra y se coagula en los cerrojos de los fusiles. Los marineros llamaron a ese viento el "mar de las tinieblas". Brumas de arena roja procedentes del Sáhara han llegado hasta lugares tan lejanos como Cornualles y Devon y han producido lluvias de lodo tan intensas, que se han confundido con sangre. "En i901 se habló de lluvias de sangre en muchos lugares de Portugal y España".
En el aire hay siempre millones de toneladas de polvo, como también hay millones de metros cúbicos de aire en la Tierra y más seres vivos dentro del suelo (gusanos, escarabajos, criaturas subterráneas) que pastando y viviendo sobre él. Herodoto registra la muerte de diversos ejércitos envueltos en el simoom, a los que no se volvió a ver. Una nación "se enfureció tanto con ese perverso viento, que le declaró la guerra y avanzó en perfecto orden de batalla para resultar rápida y completamente sepultada".

Traducción de Carlos Manzano

El paciente inglés
Michael Ondaatje

jueves, 10 de diciembre de 2009

No dudes que ella gira, como tú y yo, impotente.

Fuente de la imagen:NYPL Digital Gallery (detalle)
Rubaiyat
(CXLIII cuarteta)

A esa bóveda inmensa a la que llaman cielo,
bajo la cual vivimos y morimos los hombres,
no intentes levantar tus ojos implorantes.
No dudes que ella gira, como tú y yo, impotente.
Rubaiyat
(Prólogo, traducción del árabe y notas de Jose Gibert)
(Puestos en verso castellano por Diego Navarro)
En la hora en que el alba asoma por oriente
Omar Jayyam

martes, 8 de diciembre de 2009

Jean Giono

Jean Giono en su casa de Provenza. P. Vals Coll, Archives Larbor
Años más tarde Giono recordaría el momento más decisivo de su vida, aquella tarde del 20 de diciembre de 1911 (tenía dieciséis años) en que por fin dispuso de suficiente dinero para comprar el libro más barato que pudo encontrar. Resultó ser un poemario de Virgilio. Jamás olvidaría ese primer resplandor de su propia energía creadora: "mi corazón renació".
Giono decía riendo que la gente de París le mandaba cuestionarios debido a que no querían leer sus libros. Pero si echamos un vistazo a uno de esos documentos que él respondía, podemos oírle decir en tono burlón: ¿Mi ideal de felicidad? La paz. ¿Mi personaje ficticio favorito? Don Quijote. ¿Mi personaje histórico favorito? Maquiavelo. ¿Mis heroínas en la vida real? No hay heroínas en la vida real. ¿Mi pintor? Goya. ¿Mi músico? Mozart. ¿Mis poetas? Villon y Baudelaire. ¿Mi color predilecto? El rojo. ¿Mi flor? El narciso. ¿El rasgo principal de mi carácter? La lealtad. ¿Mi principal defecto? La mentira piadosa. ¿Cómo quisiera ser? Indulgente. ¿Mi ocupación favorita? Escribir.

Epílogo a El hombre que plantaba árboles
Norma L. Goodrich

lunes, 7 de diciembre de 2009

Del árbol del conocimiento del bien y del mal no Comerás


Benedetto Fellin: The knowledge. Fuente:www.fellin.at/
Génesis
2: 8-17
8
    Y Plantó Jehovah Dios un Jardín en Edén, en el oriente, y puso Allí al hombre que Había formado.
9
    Jehovah Dios hizo brotar de la tierra toda clase de árboles atractivos a la vista y buenos para comer; también en medio del Jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10
    Un Río Salía de Edén para regar el Jardín, y de Allí se Dividía en cuatro brazos.
11
    El nombre del primero era Pisón. Este rodeaba toda la tierra de Havila, donde hay oro.
12
    Y el oro de aquella tierra es bueno. También hay Allí ámbar y ónice.
13
    El nombre del segundo Río era Guijón. Este rodeaba toda la tierra de Etiopía.
14
    El nombre del tercer Río era Tigris, que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto Río era el Eufrates.
15
    Tomó, pues, Jehovah Dios al hombre y lo puso en el Jardín de Edén, para que lo cultivase y lo guardase.
16
    Y Jehovah Dios Mandó al hombre diciendo: "Puedes comer de todos los árboles del Jardín;
17
    pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no Comerás, porque el Día que comas de él, ciertamente Morirás."

domingo, 6 de diciembre de 2009

"Hesitación"


Lo fantástico a través de la crítica
......
La noción de género literario, predominante hasta hoy, procede de Tzvetan Todorov, que en Introduction à la littérature fantastique ha hecho la primera definición sistemática del tema. Considera lo fantástico como un preciso género literario, aunque "evanescente" por estar situado en una zona de frontera entre los géneros similares de lo "extraño" y "maravilloso". Todorov, aplicando la teoría de los géneros de Northrop Frye, señala una línea de evolución (dentro de un análisis sincrónico y no diacrónico) que va de lo extraño puro a lo maravilloso puro, donde lo fantástico puro se sitúa entre lo fantástico extraño y lo fantástico maravilloso. El crítico remarca la categoría fundamental de lo fantástico en la "hesitación" sentida por el lector ante un acontecimiento raro que se le presenta (es decir, gobernado por leyes que no son las del mundo del lector); lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre.
Lo fantástico a través de la crítica
Cuadernos hispanoamericanos,Nº 635, 2003, pags. 77-83

María Chiara Dargenio

sábado, 5 de diciembre de 2009

Horizontes perdidos

James Hilton. Horizontes perdidos. Cubierta de Sanroma
Conversaban aún, cuando al ascender una pendiente pronunciadísima, aunque corta, tuvieron que contener el aliento. Caminaron así durante varios pasos. Tres minutos después salieron de la niebla y se encontraron en pleno aire soleado. Doblaron un recodo y vieron que a poca distancia de ellos se alzaba el monasterio de Shangri-La.

Horizontes perdidos
James Hilton

Tuve a mis pies postrada la Fortuna


Wheel of Fortune / Rad van Fortuin. Fuente:hugovandermolen
Primera parte del ingenioso caballero
don Quijote de la Mancha
Preliminares
Don Belianís de Grecia
a don Quijote de la Mancha

Soneto
Rompí, corté, abollé, y dije e hice
más que en el orbe caballero andante;
fui diestro, fui valiente y arrogante,
mil agravios vengué, cien mil deshice.

Hazañas di a la fama que eternice;
fui comedido y regalado amante;
fue enano para mí todo gigante,
y al duelo en cualquier punto satisfice.

Tuve a mis pies postrada la Fortuna
y trajo del copete mi cordura
a la calva ocasión al estricote.

Mas, aunque sobre el cuerno de la luna
siempre se vio encumbrada mi ventura,
tus proezas envidio, ¡oh, gran Quijote!

Don Quijote de la Mancha
(Edición del Instituto Cervantes Dirigida por Francisco Rico)

Miguel de Cervantes

viernes, 4 de diciembre de 2009

Sola la verdad entre todas las cosas


Libro áureo de Marco Aurelio 
Argumento
Síguese el Argumento del intérprete, en el qual declara quiénes fueron los escriptores de este libro, y cómo hasta este tiempo á estado occulto, y con quánta soliçitud por el dicho padre fray Antonio de Guevara fue buscado.
Como el tiempo sea inventor de todas las novedades y un registro çierto de las cosas antiguas, y al fin el tiempo dé fin a todo lo que suffre fin, sola la verdad entre todas las cosas está privilegiada a que quando el tiempo paresçiere tener quebradas las alas, entonçes ella como immortal tome mayores fuerças. No ay cosa tan entera que no se desminuya; no ay cosa tan sana que no se estrague; no ay cosa tan rezia que no se quebrante; no ay cosa tan guardada que no se corrompa: todas estas cosas el tiempo las acaba y sepulta, sino a sola la verdad, la qual del tiempo y de todo lo que es en el tiempo triumpha.
Por no ser favoresçida de los buenos y ser perseguida de los malos poder podrá la verdad estar algún tiempo a somorgujo y encallada; pero aunque pese a quien pesare al fin salirá a buen puerto y tomará tierra. Las fructas de la primera vera ni tienen fuerça para dar substantia, ni dulçura perfecta para dar sabor; pero passado el verano, y en la octoñada madurando ya más el tiempo, lo que se come danos esfuerço, y lo que se prueva tiene más gusto. Quiero por estas palabras dezir que en aquellas primeras edades, quan estimados fueron los hombres por sus columbinas palabras y costumbres, tanto fueron después reprehendidos por sus depressos entendimientos.
Libro áureo de Marco Aurelio
Versión de Emilio Blanco
Antonio de Guevara

jueves, 3 de diciembre de 2009

Conversaciones sobre Dante

Sandro Botticelli. Retrato de Dante Alighieri.
Se me ocurre preguntar -y de manera muy seria- cuántas suelas de zapatos, cuántas suelas de cuero, cuántas sandalias habrá gastado Alighieri durante el curso de su obra poética, vagando por los senderos de cabra de Italia. El Infierno y especialmente el Purgatorio glorifican el andar humano, la medida y el ritmo de caminar, el pie y su forma. El paso, ligado a la respiración y saturado de pensamiento: Dante comprendía esto como el principio de la prosodia.

Conversaciones sobre Dante
Osip Mandelstam

miércoles, 2 de diciembre de 2009

LA RAMA DORADA. Magia y religión


The Golden Bough: A Study in Magic and Religion
CHAPTER I
THE KING OF THE WOOD
1. Diana and Virbius. — Who does not know Turner's picture of the  Golden Bough? The scene, suffused with the golden glow of imagina-  tion in which the divine mind of Turner steeped and transfigured even  the fairest natural landscape, is a dream-like vision of the little wood-  land lake of Nemi — "Diana's Mirror," as it was called by the ancients.  No one who has seen that calm water, lapped in a green hollow of the  Alban hills, can ever forget it. The two characteristic Italian villages  which slumber on its banks, and the equally Italian palace whose  terraced gardens descend steeply to the lake, hardly break the stillness  and even the solitariness of the scene. Diana herself might still linger  by this lonely shore, still haunt these woodlands wild. 
In antiquity this sylvan landscape was the scene of a strange and  recurring tragedy. On the northern shore of the lake, right under the  precipitous cliffs on which the modern village of Nemi is perched,  stood the sacred grove and sanctuary of Diana Nemorensis, or Diana  of the Wood. The lake and the grove were sometimes known as the  lake and grove of Aricia. But the town of Aricia (the modern La  Riccia) was situated about three miles off, at the foot of the Alban  Mount, and separated by a steep descent from the lake, which lies in  a small crater-like hollow on the mountain side. In this sacred grove  there grew a. certain tree round which at any time of the day, and  probably far into the night, a grim figure might be seen to prowl. In  his hand he carried a drawn sword, and he kept peering warily about  him as if at every instant he expected to be set upon by an enemy. He  was a priest and a murderer; and the man for whom he looked was  sooner or later to murder him and hold the priesthood in his stead.  Such was the rule of the sanctuary. A candidate for the priesthood  coiald only succeed to office by slaying the priest, and having slain him,  he retained office till he was himself slain by a stronger or a craftier.
LA RAMA DORADA . Magia y religión
CAPITULO I
EL REY DEL BOSQUE
1. DIANA Y VIRBIO
¿Quién no conoce La rama dorada, el cuadro de Turner? La escena, bañada en el dorado resplandor con que la divina imaginación del artista envolvía y transfiguraba hasta el más bello paisaje, es una visión de ensueño del pequeño lago del bosque de Nemi, llamado por los antiguos "el espejo de Diana".Quien haya contemplado las quietas aguas encunadas en uno de los verdes repliegues de las colinas albanas, no podrá olvidarlo. Las dos aldeas italianas típicas, que dormitan en sus laderas, y el palacio, cuyos jardines en terraplén descienden hasta el lago, apenas rompen la quietud y soledad de la escena. Diana misma podría frecuentar aún la solitaria orilla; aún podría aparecer entre el boscaje.
En la Antigüedad este paisaje selvático fue el escenario de una tragedia extraña y repetida. En la orilla norteña del lago, inmediatamente debajo del precipicio sobre el que cuelga el moderno villorrio de Nemi, estaba situado el bosquecillo sagrado y el santuario de Diana Nemorensis o Diana del Bosque. Lago y bosque fueron denominados, en ocasiones, lago y bosque de Aricia, aunque el pueblo de este nombre (modernamente La Riccia) estaba situado unos cinco kilómetros al pie del monte Albano y separado por una pendiente del lago, que yace en una concavidad, a modo de cráter, en la falda de la montaña. Alrededor de cierto árbol de este bosque sagrado rondaba una figura siniestra todo el día y probablemente hasta altas horas de la noche: en la mano blandía una espada desnuda y vigilaba cautelosamente en torno, cual si esperase a cada instante ser atacado por un enemigo. El vigilante era sacerdote y homicida a la vez; tarde o temprano habría de llegar quien le matara, para reemplazarle en el puesto sacerdotal. Tal era la regla del santuario: el puesto sólo podía ocuparse matando al sacerdote y substituyéndole en su lugar hasta ser a su vez muerto por otro más fuerte o más hábil.
LA RAMA DORADA
Magia y religión
Traducción de ELIZABETH Y TADEO I. CAMPUZANO
Sir JAMES GEORGE FRAZER

martes, 1 de diciembre de 2009

EL DRAGÓN EN OCCIDENTE


EL DRAGÓN EN OCCIDENTE
Una gruesa y alta serpiente con garras y alas es quizá la descripción más fiel del Dragón. Puede ser negro, pero conviene que también sea resplandeciente; asimismo suele exigirse que exhale bocanadas de fuego y de humo. Lo anterior se refiere, naturalmente, a su imagen actual; los griegos parecen haber aplicado su nombre a cualquier serpiente considerable. Plinio refiere que en el verano el Dragón apetece la sangre del elefante, que es notablemente fría. Bruscamente lo ataca, se le enrosca y le clava los dientes. El elefante exangüe rueda por tierra y muere; también muere el Dragón, aplastado por el peso de su adversario. También leemos que los Dragones de Etiopía, en busca de mejores pastos, suelen atravesar el Mar Rojo y emigrar a Arabia. Para ejecutar esa hazaña, cuatro o cinco Dragones se abrazan y forman una especie de embarcación, con las cabezas fuera del agua. Otro capítulo hay dedicado a los remedios que se derivan del Dragón. Ahí se lee que sus ojos, secados y batidos con miel, forman un linimento eficaz contra las pesadillas. La grasa del corazón del Dragón guardada en la piel de una gacela y atada al brazo con los tendones de un ciervo asegura el éxito en los litigios; los dientes, asimismo, atados al cuerpo, hacen qué los amos sean indulgentes y los reyes graciosos. El texto menciona con escepticismo una preparación que hace invencibles a los hombres. Se elabora con pelo de león, con la médula de ese animal, con la espuma de un caballo que acaba de ganar una carrera, con las uñas de un perro y con la cola y la cabeza de un Dragón.
En el libro undécimo de la Ilíada se lee que en el escudo de Agamenón había un Dragón azul y tricéfalo; siglos después los piratas escandinavos pintaban Dragones en sus escudos y esculpían cabezas de Dragón en las proas de las naves. Entre los romanos, el Dragón fue insignia de la cohorte, como el águila de la legión; tal es el origen de los actuales Regimientos de Dragones. En los estandartes de los reyes germánicos de Inglaterra había Dragones; el objeto de tales imágenes era infundir terror a los enemigos. Así, en el romance de Athis se lee:
Ce souloient Romains porter, Ce nous fait moult à redouter.
Esto solían llevar los romanos, / Esto hace que nos teman muchísimo.
En el Occidente el Dragón siempre fue concebido como malvado. Una de las hazañas clásicas de los héroes (Hércules, Sigurd, San Miguel, San Jorge) era vencerlo y matarlo. En las leyendas germánicas, el Dragón custodia objetos preciosos. Así, en la Gesta de Beowulf, compuesta en Inglaterra hacia el siglo VIII, hay un Dragón que durante trescientos años es guardián de un tesoro. Un esclavo fugitivo se esconde en su caverna y se lleva un jarro. El Dragón se despierta, advierte el robo y resuelve matar al ladrón; a ratos baja a la caverna y la revisa bien. (Admirable ocurrencia del poeta atribuir al monstruo esa inseguridad tan humana.) El Dragón empieza a desolar el reino; Beowulf lo busca, combate con él y lo mata. La gente creyó en la realidad del Dragón. Al promediar el siglo XVI, lo registra la Historia Animalium de Conrad Gesner, obra de carácter científico.
El tiempo ha desgastado notablemente el prestigio de los Dragones. Creemos en el león como realidad y como símbolo; creemos en el minotauro como símbolo, ya que no como realidad; el Dragón es acaso el más conocido, pero también el menos afortunado de los animales fantásticos. Nos parece pueril y suele contaminar de puerilidad las historias en que figura. Conviene no olvidar, sin embargo, que se trata de un prejuicio moderno, quizá provocado por el exceso de Dragones que hay en los cuentos de hadas. Empero, en la Revelación de San Juan se habla dos veces del Dragón, "la vieja serpiente que es el Diablo y es Satanás". Análogamente, San Agustín escribe que el diablo "es león y Dragón; león por el ímpetu, Dragón por la insidia". Jung observa que en el Dragón están la serpiente y el pájaro, los elementos de la tierra y el aire.
El libro de los seres imaginarios
(El Manual de zoología fantástica)
Jorge Luis Borges/Margarita Guerrero

De libros y de lectura

Dong Yuan. Montañas
El hombre que sabe leer bien, advierte que todo se convierte en un libro, por doquiera que vaya: montañas y arroyos son libros también, igual que el ajedrez y el vino, igual que la luna y las flores. Un buen viajero advierte que todo se convierte en panorama por doquiera que vaya: los libros y la historia son panoramas, y también lo son el vino y la poesía, igual que la luna y las flores.
Un escritor antiguo dijo que le gustaría dedicar diez años a la lectura, diez años a los viajes y diez años a la conversación y arreglo de lo que hubiese obtenido. Creo que esa conversación no debe llevar diez años, que dos o tres serían bastantes. En cuanto a la lectura y los viajes, no creo que ni siquiera el doble, o aún el quíntuplo del periodo sugerido, fuera suficiente para satisfacer mis deseos. Para esto habría que vivir trescientos años, como dice Huang Chiuyen.

De libros y de lectura
Chang Chao