miércoles, 30 de abril de 2008

El cartero siempre llama dos veces

"-Tú, yo y el camino.
-Dos vagabundos.
-Dos vagabundos, pero siempre juntos
-Eso es, siempre juntos.
A la mañana siguiente preparamos nuestras cosas. Es decir, ella preparó lo que pensaba llevarse. Yo había comprado un traje poco antes y me lo puse. Eso parecía ser todo cuanto tenía que hacer. Ella metió sus cosas en una sombrerera, y cuando terminó de hacerlo, me la alcanzó.
-Pon eso en el coche, ¿quieres?.
-¿En el coche?.
-¿No nos llevamos el cohe?.
-Claro que no. A no ser que quieras pasar la primera noche en el calabozo. Robarle a un hombre la esposa no es nada; pero llevarse su automóvil es un hurto penado por la ley.
Partimos. Había una distancia de unos tres kilómetros hasta la parada de autobús y teníamos que recorrerla a pie. Siempre que pasaba un coche nos parábamos en el camino con una mano extendida, como estatuas, pero ninguno se detuvo. Un hombre solo puede conseguir que le lleven; una mujer también, si es lo suficientemente loca como para aceptar; pero un hombre y una mujer juntos no tienen muchas probabilidades."

James M. Cain
El cartero siempre llama dos veces

Los tigres de la Malasia


L'assalto della Marianna
- Dunque, si va avanti sì o no? Corpo di Giove! È impossibile che noi siamo caduti come tanti stupidi su un banco.
- È impossibile avanzare, signor Yanez.
- Che cos'è dunque che ci ha fermati?
- Non lo sappiamo ancora.
- Per Giove! Era ubriaco il pilota? Bella fama che si acquistano i malesi! Ed io che li avevo creduti, fino a stamane, i migliori marinai dei due mondi!
Sambigliong, fa' spiegare dell'altra tela. Il vento è buono e chissà che non riusciamo a passare.
- Non faremo nulla, signor Yanez, perchè la marea cala rapidamente.
- Che il diavolo si porti all'inferno quell'imbecille di pilota!
L'uomo che così parlava, si era voltato bruscamente verso la poppa colla fronte aggrottata e il viso alterato da una collera violentissima.

El asalto del "Mariana"
-¿Vamos avante? ¿Sí o no? ¡Voto a Júpiter! ¡Es imposible que hayamos varado en un banco como unos estúpidos!
-No se puede, señor Yáñez.
-Pero, ¿qué es lo que nos detiene?
-Todavía no lo sabemos.
-¡Por Júpiter! ¡Ese piloto estaba borracho! ¡Valiente fama la que así se conquistan los malayos! ¡Yo que hasta esta mañana los había tenido por los mejores marinos de los mundos! Sambigliong, manda desplegar otra vela. Hay buen viento, y quizás logremos pasar.
-¡Que el diablo se lleve a ese piloto imbécil!
Quien así hablaba se había vuelto hacia la popa con el ceño fruncido y el rostro alterado por violenta cólera.

Los tigres de la Malasia
Emilio Salgari

El caudillo de las manos rojas

Los peregrinos tocan al término de su viaje; ya han dejado a sus espaldas las fértiles e inmensas llanuras de Nepal; ya han visto a Benarés, célebre por sus alcázares, cuyos cimientos besa el sagrado río que divide al Indostán del imperio de los birmanes. Como las creaciones de una visión celeste, han cruzado ante sus ojos Palná, famosa por sus templos, sus mujeres y sus tapicerías; Dakka, la ciudad que tejió el velo para el santuario de los dioses con las trenzas de ébano de sus vírgenes; Gvalior, escudo del reino de Sindiak, cuyos muros detienen a las nubes en su vuelo.

También han gustado el reposo a la sombra de los inmensos plátanos de Dheli, concha que guarda a la perla de los reyes presentando una ofrenda de miel y flores al genio protector de Allad-abad, ciudad que debe su nombre a las caravanas de peregrinos que de todos los puntos de la India acuden a sus templos, más numerosos que las hojas de los bosques y las arenas del océano.
Leyendas
Gustavo Adolfo Bécquer

Recuerdos De Viaje

MARINA. La belleza de los grandes veleros es única en su género.Pués no sólo han conservado invariable su perfil durante siglos, sino que aparecen en el más inmutable de todos los paisajes: en el mar, realzados contra el horizonte.

CATEDRAL DE FRIBURGO. Al más íntimo sentimiento de pertenencia a una ciudad se hallan unidos, para sus habitantes- y también, en el recuerdo, para el viajero que se haya detenido un tiempo en ella- el timbre y los intervalos con que los relojes de sus torres dan las primeras campanadas.
Dirección única
Walter Benjamin

La Emperatriz de los Etéreos

I
La leyenda del Reino Etéreo
Cuentan que, más allá de los Montes de Hielo, más allá de la Ciudad de Cristal, habita la Emperatriz en un deslumbrante palacio, tan grande que sus torres mas altas rozan las nubes, y tan delicado que parece creado con gotas de lluvia. Dicen que la Emperatriz es tan bella que nadie puede mirarla a la cara sin perder la razón; dicen también que es inmortal y que lleva miles de años viviendo en su palacio, en el Reino Etéreo, un lugar de maravilla y misterio que aguarda a todos los que son lo bastante osados como para aventurarse hasta él. Allí en el palacio de la Emperatriz, no existe el sufrimiento, ni se pasa frío, y no es necesario comer, porque nunca se tiene hambre...


La Emperatriz de los Etéreos
Laura Gallego García

Una giornata al mare



Un día en el mar
solo y con mil liras
he venido a ver el agua y a la gente
el sol que resplandece
el bullicio del gentio
busco razones y motivos para esta vida
mas parece que mi época casi no tiene horas
caen sobre mi cabeza las risas de las señoras.

Contemplo a una camarera
no habla, es extranjera
le cuento un par de mentiras a un fulano
sentado sobre un coche más allá
un coche que sabe de esmaltes, mujeres y velocidad
y a lo lejos oigo chapuzones en el mar,
en el sol o tal vez en el tiempo,
chavalines que gritan,
balones que bailan...

...Un día en el mar
al menos para no morir
a la sombra de una fotografía lejos del mar
sólo con un geranio y un balcón.

Paolo Conte

Una giornata al mare

martes, 29 de abril de 2008

Estela de un caminante desconocido

Pensativo, sin declarar su origen,
ni dónde sus padres, en qué provincia su altar,
enfermo y semejante a un dios en lo incierto,
en lo acabadamente mudo, este hombre llegó hasta aquí
y aquí descansa, en un punto ignorado
entre la despedida de los suyos y la noche.
Aquí se acuesta, callado y último
en el tiempo agotado de su viaje.

Esperanza López Parada
Los tres días

Las novelas de Torquemada

Uno
Voy a contar cómo fue al quemadero el inhumano que tantas vidas infelices consumió en llamas; que a unos les traspasó los hígados con un hierro candente; a otros les puso en cazuela bien mechados, y a los demás los achicharró por partes, a fuego lento, con rebuscada y metódica saña. Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.
"Las novelas de Torquemada"
Benito Pérez Galdós

El asombroso viaje de Pomponio Flato

Capítulo I
Que los dioses te guarden, Fabio, de esta plaga, pues de todas las formas de purificar el cuerpo que el Hado nos envía, la diarrea es la más pertinaz y diligente. A menudo he debido sufrirla, como ocurre a quien, como yo, se adentra en los más remotos rincones del Imperio e incluso allende sus fronteras en busca del saber y la certeza. Pues es el caso que, habiendo llegado a mis manos un papiro supuestamente hallado en una tumba etrusca, aunque procedente, según afirmaba quien me lo vendió, de un país más lejano, leí en él noticia de un arroyo cuyas aguas proporcionan la sabiduría a quien las bebe, así como ciertos datos que me permitieron barruntar su ubicación. De modo que emprendí viaje y hace ya dos años que ando probando todas las aguas que encuentro sin más resultado, Fabio, que el creciente menoscabo de mi salud, por cuanto la afección antes citada ha sido durante este periplo mi compañera más constante y también, por Hércules, la más conspicua.

El asombroso viaje de Pomponio Flato
Eduardo Mendoza

Los viajeros de la Imperial

"...Comencé a mirar a mis vecinos del piso de arriba, el imperial del autobús, y no me parecieron ya casuales compañeros de travesía cuyos espíritus se levantarían al acercarse el fin del viaje, sino mas bien viajeros misteriosamente escogidos para atravesar la vida conmigo. Y pensé con horror que todos nosotros, extraños el uno para el otro, estábamos amenazados en el mismo grado por un posible accidente a tal punto que todo lo que ocurriera allá abajo entre los caballos y la calle, y de lo cual nada sabíamos en absoluto, tendía a crear entre nosotros una profunda unidad, una intimidad más terrible que la intimidad del amor, la intimidad de una tumba común... Pensé que aquel imperial o mejor dicho el propio autobús, era poco más o menos la imagen de la vida. Porque existen en el mundo dos clases de individuos, los que, a semejanza de la gente del imperial son trasladados sin conocimiento alguno de las máquinas que habitan y los que saben lo que hace girar las ruedas, los que manipulan la maquinaria del monstruo. "

Louis Aragon
Los viajeros de la Imperial

lunes, 28 de abril de 2008

Giacomo Casanova

Auguste Leroux. Casanova
Giacomo Casanova
Acepta El Encargo De Bibliotecario
Que Le Ofrece En Bohemia
El Conde De Waldstein
Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, como trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mí, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serrallos azules de Estambul.

Sepulcro en Tarquinia
Antonio Colinas

Volga

Es abril. Se han deshelado las aguas del Volga.
Los vapores han empezado a navegar
por los mismos lugares que hace un mes cruzaban los carros.
Antón Chéjov se dirije a la isla-cárcel de Sajalin.
Su madre le ha dicho que no lo haga
,
su hermano le ha dicho que no lo haga.
Pero él lo tiene muy claro:

Quiere dar nombre al infierno.


Es diciembre. Chéjov llega a Moscú.

Su madre y su hermano acuden a recibirlo.

Trae baúles repletos de papeles.

Pero sus ojos están demasiado cansados,
cubiertos por un velo azul, cristalizados
por una delgada capa de hielo

que no puede resistir el paso de los días.


Kirmen Uribe
Mientras tanto dame la mano

Werther

4 de mayo de 1771
¡Cuánto me alegro de haber partido! ¡Ay, amigo mío, lo que es el corazón del hombre! ¡Alejarme de ti, a quien tanto quiero, de quien era inseparable, y sentirme dichoso! Sé que me perdonas. No parece sino que el destino me haya puesto en contacto con mis otros amigos, con el exclusivo fin de angustiar mi corazón. ¡Pobre Leonor! Y, sin embargo, no es culpa mía. ¿Podía yo evitar que se desarrollase una pasión en su desdichado espíritu, mientras me embelesaba con las gracias hechiceras de su hermana?
"Werther"
Johann Wolfgang Goethe

Why Don't You Do Right


Benny Goodman and Peggy Lee - Why Don't You Do Right
letra y música de kansas Joe McCoy

Tuviste mucho dinero en 1922
y dejas que las mujeres hagan un tonto de ti.
¿Por qué no haces las cosas bien
como otros hombres lo hacen?
Largate de aquí,
y traeme dinero.
Si te hubieras preparado 20 años atrás
no andarías hoy golpeando de puerta a puerta
¿Por qué no haces las cosas bien
como otros hombres lo hacen?
Largate de aquí,
y traeme dinero.
Largate de aquí,
y traeme dinero también.
¿Por qué no haces las cosas bien
como otros hombres lo hacen?


Mientras escribo

Lo que me enseñó la fórmula es que todos los relatos y novelas, en mayor o menor medida, son plegables. Si no puedes quitar el diez por ciento y conservar lo esencial de la historia y el ambiente, es que no te esfuerzas bastante. El efecto de una poda sensata es inmediato, y a menudo asombroso: un Viagra literario.
"Mientras escribo"
Stephen King

Místicos y Magos del Tibet

Nicolás Roerich. Preceptos del maestro.
Sería muy largo dar aquí una traducción in extenso del texto tched. Contiene largos preliminares místicos durante los cuales el oficiante pisotea todas las pasiones y crucifica su egoísmo.
Algunos lamas emprenden viajes para celebrar tched en cerca de 108 lagos, en 108 cementerios, 108 bosques, etcétera. Consagran años a este ejercicio, recorriendo no sólo el Tibet, sino el Nepal y parte de la India y de la China.
Otros se contentan con retirarse a la soledad para la celebración cotidiana de tched durante más o menos tiempo, cambiando cada día de sitio. El peregrino escoge el sitio donde se ha de colocar arrojando una piedra con una honda. Antes de dar vuelta a la honda, da varias vueltas con los ojos cerrados para perder la noción de la dirección. Los abre en el instante en que la piedra se escapa de la cuerda, para saber en qué sitio cae.
Algunos usan la honda para indicar la dirección que han de tomar. Por ejemplo,arrojando una piedra a la salida del sol, caminarán todo el día hacia el punto del espacio que ha señalado, es decir, que seguirán aquella dirección todo cuanto es posible en terreno montañoso. Se detendrán al crepúsculo en el sitio que hayan alcanzado y celebrarán tched a la noche siguiente.
Místicos y Magos del Tibet
Alexandra David-Neel

"R-o-s-e-b-u-d"

"R-o-s-e-b-u-d"

Ciudadano Kane
Orson Welles/Herman J. Mankiewicz

Los cantos de Maldoror

Quiera el cielo que el lector, animoso y momentáneamente tan feroz como lo que lee, encuentre sin desorientarse su camino abrupto y salvaje a través de las ciénagas desoladas de estas páginas sombrías y rebosantes de veneno; pues, a no ser que aplique a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual equivalente por lo menos a su desconfianza, las emanaciones mortíferas de este libro impregnarán su alma, igual que el agua impregna el azúcar. No es aconsejable para todos leer las páginas que seguirán; solamente a algunos les será dado saborear sin riesgo este fruto amargo. Por lo tanto, alma tímida, antes de penetrar más en semejantes landas inexploradas, dirige tus pasos hacia atrás y no hacia adelante.
Isidore Ducase -Conde de lautremont-
Los cantos de maldoror

El Tunel

"...en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles, y quizás se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces,mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad."

Ernesto Sábato
El Túnel

Niebla

Capítulo XXIII
La inteligencia de S. Paparrigópulos era clara, sobre todo clara, de una transparencia maravillosa, sin nebulosidades ni embolismos de ninguna especie. Pensaba en castellano neto, sin asomo alguno de hórridas brumas setentrionales ni dejos de decadentismos de bulevar parisiense, en limpio castellano, y así era como pensaba sólido y hondo, porque lo hacía con el alma del pueblo que lo sustentaba y a que debía su espíritu. Las nieblas hiperbóreas le parecían bien entre los bebedores de cerveza encabezada, pero no en esta clarísima España de esplendente cielo y de sano Valdepeñas enyesado. Su filosofía era la del malogrado Becerro de Bengoa, que después de llamar tío raro a Schopenhauer aseguraba que no se le habrían ocurrido a este las cosas que se le ocurrieron, ni habría sido pesimista, de haber bebido Valdepeñas en vez de cerveza, y que decía también que la neurastenia proviene de meterse uno en lo que no le importa y que se cura con ensalada de burro.

Niebla
Miguel de Unamuno

domingo, 27 de abril de 2008

La desconocida

En aquel tren, camino de Lisboa,
en el asiento contiguo, sin hablarte
-luego me arrepentí.
en Málaga, en un antro con luces
del color del crepúsculo, y los dos muy fumados,
y tú no me miraste.
De nuevo en aquel bar de Malasaña,
vestida de blanco, diosa de no sé
qué vicio o qué virtud.
En Sevilla, fascinado por tus ojos celestes
y tu melena negra, apoyada en la barra
de aquel sitio siniestro,
mirando fijamente -estarías bebida- el fondo de tu copa.
En Granada tus ojos eran grises
y me pediste fuego, y ya no te vi más,
y te estuve buscando.
O a la entrada del cine, en no sé dónde,
rodeada de gente que reía.
Y otra vez en Madrid, muy de noche,
cada cual esperando que pasase algún taxi
sin dirigirte incluso
ni una frase cortés, un inocente comentario...
En Córdoba, camino del hotel, cuando me preguntaste
por no sé qué lugar en yo no sé qué idioma,
y vi que te alejabas, y maldije la vida.
Innumerables veces, también,
en la imaginación, donde caminas
a veces junto a mí, sin saber qué decirnos.
Y sí, de pronto en algún bar
o llamando a mi puerta, confundida de piso,
apareces fugaz y cada vez distinta,
camino de tus mundos, donde yo no podré
tener memoria.


Felipe Benítez Reyes
Los vanos mundos

Canto 49

Para los siete lagos y por ningún hombre escritos fueron estos versos:
lluvia; un río seco; un viaje;
fuego de una nube helada, lluvia espesa en el crepúsculo;
bajo el techo de la cabaña había una linterna.
Los juncos son pesados; se doblan;
y los bambús hablan como si llorasen.
Luna otoñal; los montes se elevan en torno a los lagos
contra el sol poniente.
La noche es como un telón de nubes,
un borrón encima de las ondas; y a su través,
largos y aguzados espinos de cinamomo,
una tonada fría entre los juncos.
Detrás del monte la campana del monje
impulsada por el viento.
La barca pasó por aquí en abril; ha de volver en octubre;
la barca se diluye en plata; lentamente;
el sol luce solo en el río.

Los Cantares

Ezra Pound

Lazarillo de Tormes

Francisco de Goya: Lazarillo de Tormes
Tratado Primero:
Cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue
Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle, y, como lo traía pensado y lo tenía en voluntad, con este postrer juego que me hizo afirmélo más. Y fue ansí, que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes. Y porque el día también llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojarnos, mas como la noche se venía y el llover no cesaba, díjome el ciego:
-Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más recia. Acojámonos a la posada con tiempo.
Para ir allá habíamos de pasar un arroyo, que con la mucha agua iba grande. Yo le dije:
-Tío, el arroyo va muy ancho; mas si queréis, yo veo por donde
travesemos más aína, sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho y, saltando, pasaremos a pie enjuto.
Parescióle buen consejo y dijo:
-Discreto eres, por esto te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que agora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados.
Yo, que vi el aparejo a mi deseo, saquéle debajo de los portales y llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba, sobre el cual y sobre otros cargaban saledizos de aquellas casas, y dígole:
-Tío, éste es el paso más angosto que en el arroyo hay.
Como llovía recio y el triste se mojaba, y con la priesa que llevábamos de salir del agua, que encima nos caía, y lo más principal, porque Dios le cegó aquella hora el entendimiento (fue por darme de él venganza), creyóse de mí, y dijo:
-Ponme bien derecho y salta tú el arroyo.
Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y
póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro, y díjele:
-¡Sus, saltá todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua!
Aun apenas lo había acabado de decir, cuando se abalanza el pobre ciego como cabrón y, de toda su fuerza, arremete, tomando un paso atrás de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayó luego para atrás medio muerto y hendida la cabeza.
-¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Olé! ¡Olé! -le dije yo.
Y déjole en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomo la puerta de la villa en los pies de un trote, y, antes de que la noche viniese, di comigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo ni curé de lo saber.

La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades
Alfonso de Valdés

sábado, 26 de abril de 2008

Robinson Crusoe

I was born in the year 1632, in the city of York, of a good family, though not of that country, my father being a foreigner of Bremen, who settled first at Hull. He got a good estate by merchandise, and leaving off his trade, lived afterwards at York, from whence he had married my mother, whose relations were named Robinson, a very good family in that country, and from whom I was called Robinson Kreutznaer; but, by the usual corruption of words in England, we are now called - nay we call ourselves and write our name - Crusoe; and so my companions always called me.

Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de la región, pues mi padre era un extranjero de Brema que, inicialmente, se asentó en Hull. Allí consiguió hacerse con una considerable fortuna como comerciante y, más tarde, abandonó sus negocios y se fue a vivir a York, donde se casó con mi madre, que pertenecía a la familia Robinson, una de las buenas familias del condado de la cual obtuve mi nombre, Robinson Kreutznaer. Mas, por la habitual alteración de las palabras que se hace en Inglaterra, ahora nos llaman y nosotros también nos llamamos y escribimos nuestro nombre Crusoe; y así me han llamado siempre mis compañeros.
Robinson Crusoe
Daniel Defoe

viernes, 25 de abril de 2008

El Siglo de las Luces


Detrás de él, en acongojado diapasón, volvía el Albacea a su recuento de responsos, crucero, ofrendas, vestuario, blandones, bayetas y flores, obituario y réquiem —y había venido éste de gran uniforme, y había llorado aquél, y había dicho el otro que no éramos nada...— sin que la idea de la muerte acabara de hacerse lúgubre a bordo de aquella barca que cruzaba la bahía bajo un tórrido sol de media tarde, cuya luz rebrillaba en todas las olas, encandilando por la espuma y la burbuja, quemante en descubierto, quemante bajo el toldo, metido en los ojos, en los poros, intolerable para las manos que buscaban un descanso en las bordas. Envuelto en sus improvisados lutos que olían a tintas de ayer, el adolescente miraba la ciudad, extrañamente parecida, a esta hora de reverberaciones y sombras largas, a un gigantesco lampadario barroco, cuyas cristalerías verdes, rojas, anaranjadas, colorearan una confusa rocalla de balcones, arcadas, cimborrios, belvederes y galerías de persianas —siempre erizada de andamios, maderas aspadas, horcas y cucañas de albañilería, desde que la fiebre de la construcción se había apoderado de sus habitantes enriquecidos por la última guerra de Europa.

El Siglo de las Luces
Alejo Carpentier

El señor presidente


...¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre..., alumbra..., alumbra, lumbre de alumbre..., alumbra, alumbre...!
Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del mercado, perdidos en la sombra de la Catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola.
La noche los reunía al mismo tiempo que a las estrellas. Se juntaban a dormir en el Portal del Señor sin más lazo común que la miseria, maldiciendo unos de otros, insultándose a regañadientes con tirria de enemigos que se buscan pleito, riñendo muchas veces a codazos y algunas con tierra y todo, revolcones en los que, tras escupirse, rabiosos, se mordían.

El señor presidente
Miguel Ángel Asturias

2666

La parte de Archimboldi

«Es bien sabido que la historia, que es una puta sencilla, no tiene momentos determinantes sino que es una proliferación de instantes, de brevedades que compiten entre sí en monstruosidad».

2666
Roberto Bolaño

Exilio

"Por entre las piedras de una ciudad antigua,
anduve doliéndome día tras día.

El bello sol no alcanza,

mi alma es un pedazo de trapo seco:

lejos queda la ciudad donde nací,

lejos el rostro que me redime.

Los gorriones roban agua en este amanecer trunco,

el olor de los trenes me golpea en la cara.

Yo busco en las veletas el rumbo de mi casa.

Mi casa está siempre en dirección del viento.

Alguien está esperándome.

Y yo no llegaré nunca


Emilio Teno
El tiempo que nos toca

La familia de Pascual Duarte

Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya.

La familia de Pascual Duarte
Camilo José Cela

Historias

Leónidas.Monumento de las Termópilas. Fuente: Wikipedia

Estas palabras grabadas en el mármol se leían en las Termópilas:

"Caminante, ve a decir a Esparta
que nosotros hemos muerto aquí
por obedecer sus sagradas leyes."

Historias
Herodoto

jueves, 24 de abril de 2008

The Paris Review - Entrevista a W. Faulkner

Puede que todos los novelistas quieran escribir poesía en primer lugar, descubran que no pueden, y entonces prueben con los relatos cortos, que es lo que más cuesta después de la poesía. Y, tras fracasar también en eso, sólo entonces se pongan a escribir novelas.
Ignacio Echeverría, ed.
Entrevista a W. Faulkner

Transito de Júpiter

"...Pero ahora que habían pasado realmente tras el planeta, y se cortaba la comunicación con Tierra, sentían una súbita y abrumadora soledad. El cese de la radio duraría sólo una hora; luego emergería de la pantalla eclipsadora de Júpiter, y reanudarían el contacto con la especie humana. Sin embargo, aquella hora sería la más larga de sus vidas. A pesar de su relativa juventud, Poole y Bowman eran veteranos de una docena de viajes espaciales...mas ahora se sentían como bisoños. Estaban intentando algo por vez primera; nunca había viajado ninguna nave a tales velocidades, o desafiado en aquel punto crítico, y la Descubrimiento saldría despedida hasta límites extremos del Sistema Solar, sin esperanza alguna de rescate..."
Arthur C. Clarke
Una Odisea Espacial,2001

Recorrimos gran parte del camino

Our journey gad advanced-
Our feet wew almost come
To that odd Fork in Being´s Road-
Eternity - by Term -
Our pace took sudden awe -
Our feet - reluctant - led-
Before - were Cities -but Between-
the Forest of the Dead -
Retreat - was out of Hope-
Behind - a Sealed route -
Eternity´s White Flag - Before -
And God - at every Gate -

"Recorrimos gran parte del camino./
La extraña encrucijada /
en la ruta del Ser estaba cerca: /
Eternidad la llaman. /
En torno a nuestros pasos surgió el miedo de pronto; /
los pies iban lentos./
A lo lejos había ciudades, pero antes /
el bosque de los muertos. /
Para retroceder era ya tarde: /
a nuestra espalda una cerrada senda /
delante, enarbolaba la eternidad su blanca bandera /
y Dios estaba a cada puerta."


Emily Dickinson
Poemas

Llegué, Vi, Vencí


Veni

Vidi

Vinci







Cayo Suetonio

Los Doce Césares
CAYO JULIO CESAR

La íncreíble y triste historia de la cándida Eréndira

"..Eréndira no lo había oído. Iba corriendo contra el viento, más veloz que un venado, y ninguna voz de este mundo la podía detener. Pasó corriendo sin volver la cabeza por el vapor ardiente de los charcos de salitre, por los cráteres de talco, por el sopor de los palafitos, hasta que se acabaron las ciencias naturales del mar y empezó el desierto, pero todavía siguió corriendo con el chaleco de oro más allá de los vientos áridos y los atardeceres de nunca acabar, y jamás se volvió a tener la menor noticia de ella ni se encontró el vestigio más ínfimo de su desgracia."
Gabriel Gárcia Márquez
La increíble historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada

Vinografía

...Y no sólo retsinas apacibles,
aunque también a veces bulliciosas.
Paladeo el gozar de un "Malvicino"
musculoso y cretense.
Me descanso en las plácidas "Demésticas",
las blancas y serenas y buenas comensales,
y las tintas, joviales y habladoras
de una noche en Esparta...
Alabo el "Mavrodaphne", "Dafne Negra"...,
ampuloso de generosidad.
¿Y aquellos vinos pétreos
que Santa Irene cría en Santorini?
"Vino Santo", "Santino", profundas malvasías,
todos ellos con riesgo de volcán.
¿Y los de Samos, dulces, y los secos,
tan dialogantes, sabios, sentenciosos?
¿Y los de Cos, cargados de razón?
Y el vino aquel de un día ensimismado
en el que Grecia casi no era Grecia,
sino mi soledad.
Tenía la piel clara y amistosa,
un meditado punto de amargor
y una tristeza buena poco a poco.
Nunca he podido recordar su nombre,
El del único vino para beber a solas.
Mapa de Grecia
Enrique Badosa

miércoles, 23 de abril de 2008

Juegos de parejas


Hacía fresco y el cielo parecía un lienzo de raso negro con lentejuelas turbado por la brisa. Meé en el seto y a continuación me hundí en la tumbona. Por el rabillo del ojo miraba la ventana de la cocina para ver si ella se asomaba interesada en mi actitud. Al cabo de unos minutos se oscureció toda la casa. Esperé tenso unos instantes, en la esperanza de que mi mujer saliera al jardín con un cigarrillo encendido para compartir conmigo en la oscuridad antes de que volviéramos bromeando juntos adentro. Pero entonces vi que se encendían las luces de nuestro dormitorio, en la planta de arriba. Estábamos en octubre. En el ambiente se olía que iba a helar.
Juegos de parejas
Asdrúbal Hernández

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius
Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enciclopedia falazmente se llamaba The Anglo-american Cyclopaedia (New York, 1917) y es una reimpresión literal, pero también morosa, de la Encyclopaedia Britannica de 1902. El hecho se produjo hará unos cinco años. Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores —a muy pocos lectores— la adivinación de una realidad atroz o banal. Desde el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba. Descubrimos (en la alta noche ese descubrimiento es inevitable) que los espejos tienen algo monstruoso. Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres.
Ficciones
Jorge Luis Borges

Vieja lavadora


Había una vieja lavadora al borde de la carretera. Blanca sobre el negro del asfalto, saltaba a la vista de cualquiera que pasara en coche por delante esa mañana, pero sólo él se detuvo.
¿Una la vadora en medio de la carretera? Esta si que es buena.
No es que necesitara precisamente una vieja lavadora, ni que estuviera buscando nada; era que las cosas parecían entonar cantos de sirena a su paso. Paró la furgoneta unos cien metros más adelante. Mientras iba andando por el arcén, un viejo descapotable azul pasó atronando con el cláxon y sus ocupantes gritaron algo.
Gilipollas, replicó él. Le había dado tiempo a reconocer las cabezas amelonadas de los gemelos de Silverio, el farmacéutico, y a ver el efecto de las carcajadas en sus caras de retrasados.
Cada día más gilipollas.
Asdrúbal Hernández

Veinte mil leguas de viaje submarino


Vingt Mille Lieues sous les mers: Première partie
Chapitre I
Un écueil fuyant
L’année 1866 fut marquée par un événement bizarre, un phénomène inexpliqué et inexplicable que personne n’a sans doute oublié. Sans parler des rumeurs qui agitaient les populations des ports et surexcitaient l’esprit public à l’intérieur des continents les gens de mer furent particulièrement émus. Les négociants, armateurs, capitaines de navires, skippers et masters de l’Europe et de l’Amérique, officiers des marines militaires de tous pays, et, après eux, les gouvernements des divers États des deux continents, se préoccupèrent de ce fait au plus haut point.
En effet, depuis quelque temps, plusieurs navires s’étaient rencontrés sur mer avec « une chose énorme » un objet long, fusiforme, parfois phosphorescent, infiniment plus vaste et plus rapide qu’une baleine.


Veinte mil leguas de viaje submarino: Primera parte
Capítulo I
Un escollo fugaz
El año 1866 quedó caracterizado por un extraño acontecimiento, por un fenómeno inexplicable e inexplicado que nadie, sin duda, ha podido olvidar. Sin hablar de los rumores que agitaban a las poblaciones de los puertos y que sobreexcitaban a los habitantes del interior de los continentes, el misterioso fenómeno suscitó una particular emoción entre los hombres del mar. Negociantes, armadores, capitanes de barco, skippers y masters de Europa y de América, oficiales de la marina de guerra de todos los países y, tras ellos, los gobiernos de los diferentes Estados de los dos continentes, manifestaron la mayor preocupación por el hecho.
Desde hacía algún tiempo, en efecto, varios barcos se habían encontrado en sus derroteros con «una cosa enorme», con un objeto largo, fusiforme, fosforescente en ocasiones, infinitamente más grande y más rápido que una ballena.

Veinte mil leguas de viaje submarino
Julio Verne

martes, 22 de abril de 2008

Todo Modo

"Iba en autómovil. Y este medio de transporte, que habitualmente detestaba y del cual me servía muy poco, había entrado a formar parte de mi libertad a partir del momento en que me propuse ser libre. Lo conducía pausadamente, con una calma que hacía inocuas las distracciones en que frecuentemente caía. Y precisamente la moderada velocidad, y el tranquilo placer de mirar a mi alrededor mientras conducía, me ofrecieron la posibilidad de observar, en una curva, el letrero Ermita de Zafer,3, escrito en negro sobre fondo amarillo, al que inmediatamente se prendieron, como a un anzuelo, mi inquietud y mi aprensión. Detuve el autómovil, y luego lo dejé deslizarse lentamente, hasta quedar frente a la tabla amarilla y negra. Ermita de Zafer,3. La palabra ermita, el nombre de Zafer, la cifra 3: cosas igual y deversamente sugestivas para mí; a las que se añadía la sugestión de que eran tres, el tres que se repetía, y también el hecho de que precisamente llevaba tres días vagando libremente..."

Leornardo Sciascia

Todo Modo

Antología de Spoon River

Lyman King

Quizá piensas, caminante, que el Destino
es una trampa fuera de ti
que puedes evitar andando con precaución
y sabiduría.
Así lo crees viendo las vidas de otros hombres
como quien, a la manera de Dios, se inclina sobre un hormiguero
y ve cómo se podrían evitar sus dificultades.
Pero sigue adelante en la vida:
con el tiempo verás elDestino acercarse a ti
bajo la forma de tu propia imagen en el espejo;
o te sentarás a solas en tu propio hogar,
y de pronto,en otra silla junto a la tuya, habrá un invitado,
y leerás el auténtico mensaje de sus ojos.

Antología de Spoon River
Edgar Lee Masters

A sangre fría - Respuesta (3)

"La tarde tocaba a su fin y el conductor del coche, un viajante de comercio de mediana edad que aquí llamaremos señor Bell, estaba cansado. Suspiraba por poder pararse y hacer una siesta. Pero sólo le faltaban unos cientos sesenta kilómetros para llegar a destino: Omaha, Nebraska, sede de la gran industria de conservas de carne para la que trabajaba. El reglamento de la empresa prohibía a los viajantes llevar en el coche a auto-stopistas, pero Bell muchas veces no lo tenía en cuenta, sobre todo si estaba aburrido y le entraba sueño. Así que cuando vio a los dos muchachos que aguardaban al borde de la carretera, frenó inmediatamente.
Parecían buenos chicos. El más alto, un tipo delgado pero fuerte, de pelo rubio pardusco, cortado a cepillo, tenía una sonrisa atractiva y muy buenos modales. Su compañero, el enano, que llevaba en la mano derecha una armónica y con la izquierda sostenía una maleta de paja llena hasta reventar, parecía bastante simpatico, tímido, pero agradable. El señor Bell, totalmente ignorante de las intenciones de sus invitados (que incluían estrangularlo con su cinturón y abandonarlo, tras robarle coche y dinero, en la inmensa fosa de la pradera), se alegraba de tener compañía, alguien con quien hablar y que le mantuviera despierto hasta llegar a Omaha."

Truman Capote
A sangre fría

lunes, 21 de abril de 2008

Nieve (4)

"Una mañana de diciembre, su padre lo llevó andando al pie de los Alpes japoneses, en el centro de Honshu, le señaló un cima, allí donde moran las nieves perpetuas, le entregó unas alforjas llenas de víveres y un pergamino de seda, y le dijo:
- No vuelvas hasta que lo sepas.Sacerdote o guerrero. Elige tú.
El adolescente escaló la montaña a despecho del peligro y la fatiga. En la cima, halló un refugio bajo la roca y se sentó allí frente al esplandor del mundo.
Siete días permaneció alimentandose de la belleza en las puertas del cielo. En el pergamino de seda, no escribió más que una sola palabra, una palabra de esplendorosa blancura.
Cuando regresó junto a su padre, éste le preguntó:
-Yuko, ¿has encontrado tu camino?
El joven se hincó de rodillas y dijo:
- Mejor aún, padre. He encontrado la nieve."
Maxence Fermine
Nieve

Casa tomada

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcanterilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en casa, a esa hora y con la casa tomada.

Casa tomada
Julio Cortázar

Soneto a Mama




letra y música:
joan manuel serrat
interprete:
nana caymmi

Seda (12)

"Hervé Joncour partió con ochenta mil francos en oro y los nombres de tres hombres que le proporcionó Baldabiou: un chino, un holandés y un japonés. Cruzó la frontera cerca de Metz, atravesó Württemberg y Baviera, entró en Austria, llegó en tren a Viena y Budapest, para proseguir después hasta Kiev. Recorrió a caballo dos mil kilómetros de estepa rusa, superó los Urales, entró en Siberia, viajó durante cuarenta días hasta llegar al lago Baikal, al que la gente del lugar lamaba mar. Descendió por el curso del río Amur, bordeando la frontera china hasta el océano, y cuando legó al océano se detuvo en el puerto de Sabirk durante once días, hasta que un barco de contrabandistas holandeses lo llevó a Cabo Teraya, en la costa oeste de Japón. A pie, viajando por caminos atravesó las provincias de Ishikawa, Toyama y Niigata, entró en la de Fukushima y llegó a la ciudad de Shirakawa, la rodeó por el lado oeste, esperó durante dos días a un hombre vestido de negro que le vendó los ojos y lo llevó hasta una aldea en las colinas, donde permaneció una noche, y a la mañana siguiente negoció la compra de los huevos con un hombre que no hablaba y que llevaba la cara cubierta por un velo de seda. Negra. Al anochecer escondió los huevos entre sus maletas, dió la espalda al Japón y se dispuso a emprender el camino de vuelta"

Alessandro Baricco
Seda

viernes, 18 de abril de 2008

Tablilla X, Columna V

"Gilgamesh habló así a Ut-Napishtim:

-Dije: quiero ir a ver al lejano y famoso Ut-Napishtim.
He recorrido todos los países,
he atravesado escarpados montes,
he cruzado todos los mares
y no he encontrado nada que fuese feliz.
Me he condenado a la miseria y mi cuerpo ha sido un saco de dolores.
Antes de llegar a la morada de la tabernera,
mi vestido estaba andrajoso,
he vivido con el pájaro kasu,
el león, la pantera, el chacal, el ciervo, las bestias de la llanura,
y me he alimentado con su carne y vestido con sus pieles -

Ut-Napishtim contestó así a Gilgamesh:
(laguna)

Poema De Gilgamesh

Horizontes Perdidos

Conversaban aún, cuando al ascender una pendiente pronunciadísima, aunque corta, tuvieron que contener el aliento. Caminaron así durante varios pasos. Tres minutos después salieron de la niebla y se encontraron en pleno aire soleado. Doblaron un recodo y vieron que a poca distancia de ellos se alzaba el monasterio de Shangri-La.
Horizontes Perdidos
James Hilton

jueves, 17 de abril de 2008

La educación sentimental

Viajó.
Conoció la melancolía de los paquebotes, los fríos amaneceres bajo la tienda, el vértigo de los paisajes y de las ruinas, la amargura de las simpatías interrumpidas.
Regresó.
La educación sentimental
Gustave Flaubert

martes, 15 de abril de 2008

El corazón de las tinieblas

Joseph Conrad
El estuario del Támesis se prolongaba ante nosotros como el comienzo de un interminable camino de agua.El día terminaba en una serenidad de tranquilo y sereno fulgor.¡Qué grandezas no habían flotado sobre la corriente de este río en su ruta al misterio de tierras desconocidas!
Debo decir que de muchacho sentía pasión por los mapas.Podía pasar horas enteras reclinado sobre Sudamérica, África o Australia, y perderme en los proyectos gloriosos de la exploración. En aquella época había en la tierra muchos espacios en blanco, y cuando veía uno en un mapa que me resultaba especialmente atractivo (aunque todos lo eran), solía poner un dedo encima y decir: Cuando crezca iré aquí.
Observar una costa que se desliza ante un barco equivale a pensar en un enigma. Está allí ante uno, sonriente, torva, atractiva, raquítica, insípida o salvaje, muda siempre, con el aire de murmurar: "Ven y me descubrirás".
El corazón de las tinieblas
Joseph Conrad

La despedida

"-¡Qué calor! - se quejó la mujer mayor, dándose aire con una revista cinematográfica - ¡Qué calor y qué asientos! Del tren a la cama...

- Antes era peor - explicó el hombre sentado junto a la puerta - Antes, los asientos eran de madera y se revenia el pintado. Antes echaba uno hasta la capital cuatro horas largas, si no tenía retraso. Antes, igual no encontraba usted asiento y tenía que ir en el pasillo con los cestos. Ya han cambiado las cosas, gracias a Dios. Y en la guerra... En la guerra tenía que haber visto usted este tren. A cada legua le daban el parón y todo el mundo abajo. En la guerra..."

Ignacio Aldecoa
La Despedida - La tierra de nadie y otros relatos.